El endemismo en la flora fanerogámica mexicana: una apreciación analítica preliminar
DOI:
https://doi.org/10.21829/abm15.1991.620Resumen
Esta contribución constituye esencialmente una ampliación de algunos datos y conceptos vertidos en un trabajo anterior, dedicado al tema de la diversidad y de los orígenes de la flora fanerogámica de México. Una parte de dicho artículo se ocupó del endemismo, habiéndose determinado que éste involucra el nivel de familia, es del orden de *10% de los géneros y de *52% de las especies conocidas. Si se toma como marco de referencia una área más natural desde el punto de vista ecológico, que expandiera en cerca de un tercio el territorio del país, estos alores se elevarían a *17% y *72% respectivamente. Al comparar tales cifras con la información existente para algunos otros países y regiones del mundo, se concluye que la magnitud del endemismo en la flora de México no es tan grande como la de Australia, Madagascar y Sudáfrica, pero supera la de Cuba y la de la provincia florística de California y por muy amplio margen a otras muchas porciones de la Tierra.
Las raíces de esta significativa riqueza en organismos de distribución restringida se ubican por una parte en la existencia de un buen número de regiones que funcionan como verdaderas islas y penínsulas ecológicas en el territorio de la República, varias de ellas de gran extensión, y por la otra en los eventos y condiciones ambientales del pasado geológico. En particular se enfatiza la circunstancia de que durante la mayor parte del Cenozoico, al no existir comunicación terrestre con Sudamérica, México tenía la forma de una península que, a semejanza de Sudáfrica, penetraba en forma de cuña hacia condiciones climáticas contrastantes con respecto a las que prevalecían en la parte ancha del continente. Al comentar los diferentes tipos y facetas del fenómeno en México, se puntualiza el hecho de que, si bien existe una importante proporción de especies de área muy local y/o raras, el grueso de los endemitas no comparte tales rasgos y en realidad muchas de las plantas más comunes y características del paisaje mexicano, incluyendo un buen número de malezas y algunos cultivares, corresponden a taxa de distribución restringida.
Entre los endemismos edáficos destacan sobre todo las gipsófitas, muchas de las cuales parecen atestiguar una antigua historia evolutiva. Además de estas últimas existe un gran conjunto adicional de grupos paleoendémicos, en parte concentrados en áreas que han funcionado como refugios durante las épocas de clima cambiante del Terciario y Cuaternario.
Una estimación gruesa indica que en la flora mexicana el endemismo es particularmente acentuado entre arbustos y plantas herbáceas terrestres perennes, en cambio los bejucos y los vegetales acuáticos son los más pobres en este sentido. En cuanto alas familias grandes, Cactaceae, Rubiaceae y Compositae llevan la primacía con alrededor de 70% de especies de distribución restringida, mientras que Orchidaceae y Gramineae sólo registran 35% y 25% respectivamente. Se observa una notable correlación entre la proporción de géneros endémicos y el grado de aridez climática. A nivel de especies, sin embargo, son igualmente privilegiadas en elementos de distribución restringida las áreas templado-semihúmedas. Las regiones cálido-húmedas, a su vez, son las más pobres en tales elementos.
Se indican algunas localidades y regiones de México, en las cuales se ha detectado una significativa concentración de endemismos floristicos y en términos generales se observa que los géneros de esta categoría están mucho mejor representados en la mitad septentrional del país, en cambio las especies prevalecen más en las vertientes del Pacífico que en las atlánticas. Se enfatiza, sin embargo, la circunstancia de que en la mayor parte del país, prácticamente en cualquier punto, la flora de comunidades terrestres, no excesivamente perturbadas, contiene un elevado porcentaje de elementos de distribución restringida a sus límites territoriales.
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